Un ex-trabajador de Apple ha explicado que es el propio Steve Jobs el que gestiona y controla los pocos empleados de la compañía que tienen acceso a los prototipos de la compañía. Estos deben firmar una documentación de confidencialidad, además de otra documentación referida a los dispositivos que les son confiados.
Este proceder de la compañía sale a la luz poco después que el iPhone de cuarta generación haya visto la luz antes de tiempo, debido a un descuido de un ingeniero de la compañía y a otra persona que terminó cediendo el aparato a Gizmodo, en un caso que ha terminado por pasar la línea de la rumorología, las fotos de dudosa autenticidad, y desembocando en la filtración de un aparato no anunciado que finalmente Apple no ha tenido más remedio que reconocer.
Si ya de por sí este procedimiento estaba rodeado de fuertes medidas de seguridad, es fácil suponer que a partir de ahora va a ser más complicado obtener fuentes fiables sobre lo que ocurre en el cuartel general de Apple.