Si a una iniciativa que consistía en un estrangulamiento a la red de datos de una de las mayores operadoras de telefonía móvil, le sumamos que varios grupos de presión atacaron el acto y que esto provocó que los impulsores se retractaran, teniendo en cuenta que el porcentaje de participantes era de centenares, cuando los usuarios totales son alrededor de 80 millones, es fácil imaginar que la Operación Estrangulamiento apuntaba a un estrepitoso fracaso antes de que se celebrase.
La repercusión que ha tenido el ataque por lo legal ha sido mínima, y las deficiencias del servicio de AT&T durante la hora crítica han sido prácticamente cero. Si a este prácticamente tenemos en cuenta que lo que ocurrió forma parte de lo habitual, el veredicto no puede ser otro de fracaso absoluto.
En cualquier caso, el problema general sigue siendo el mismo…
