En un momento en que nos están rodeando las estadísticas que muestran que el iPad las tablets están canibalizando el mercado de los ordenadores personales, Steve Jobs ha hecho un apunte que muy probablemente hará replantear muchas cosas a millones de usuarios. Gran parte de estos usuarios ya se han dado cuenta que en su momento cometieron un error: adquirir una tablet pensado que ésta le haría las veces de un ordenador personal.
Básicamente, el concepto de tablet no es acerca de la potencia, comparativamente hablando, es el qué y cómo se puede hacer, que es muy diferente. Lo que ha venido a decir Jobs es que, si bien algunas funciones propias del ordenador se pueden realizar con un iPad, no se hacen de la misma forma y por ende, el resultado y la experiencia es muy diferente. El ejemplo más claro es la escritura. Los humanos estamos acostumbrados a que las puntas de los dedos tengan una retroacción física cuando escribimos, algo que se puede comprobar desde hace años con el iPhone. El iPad tiene un teclado completo y a tamaño cómodo para la escritura mecanográfica, pero el resultado es idéntico a teclear encima de una mesa, para entendernos. Así, el iPad no permite tareas que requieren de cierto tiempo y de acciones que ya tenemos reconocidas como «mécánicas», si estamos acostumbrados a hacerlas con del ordenador, pero sí permite hacer operaciones livianas. Más sencillo: podemos escribir un par de líneas de correo, pero NO podemos escribir un texto largo.
El día que se lanzó el iPad un conocido apunto que «me voy a comprar uno para sustitír el portátil; haces lo mismo pero ocupa y pesa mucho menos». Se equivocó. Y se siguen equivocando muchos usuarios. El iPad, o una tablet, es un complemento accesorio al ordenador personal, pero NO un sustituto.